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¿Cómo llegamos a esta foto?

Desde que tengo memoria, mi barrio/ nuestro barrio, siempre fue el punto cardinal relegado de la capital. Nosotros, los que estamos en esta foto y quienes no pudieron venir, aprendimos a caminar en las calles de Mataderos. Y no me refiero a un simple logro motriz. Me refiero a lo que la calle de un barrio te enseña, como se te va metiendo en la piel y el sentimiento. No tenemos hospital, cine, teatro, ni centro cultural propio y sólo contamos con un secundario público. Cada vez que nombro el lugar donde vivo, me dicen: ¡Ay! ¿Es donde matan las vacas? Toda una vida explicando que no.


Así y todo, con sus olores, sus carencias, su ausencia estatal, hay mil cosas que destaco y me invitan a quedarme. Es un barrio tranquilo, de casas bajas donde el sol todavía llega a las veredas sin que ningún edificio interrumpa su recorrido. Un barrio donde los vecinos nos saludamos y conocemos, donde los domingos el olorcito a asado nos habla de juntada familiar y donde otra reunión, nos congrega en el boulevard de Corrales, pintándonos de verde y negro. Cantitos, banderas, el recuerdo del ascenso de Chicago festejado en el Cedrón. Eso es un barrio, las cosas simples que se disfrutan y se extrañan cuando por alguna razón nos toca estar lejos.


Un barrio de tradiciones, de laburantes, un barrio considerado por el gobierno de la ciudad como "medio-bajo". Para nosotros, identidad y pertenencia. Para ellos, un negoción. A partir de la decisión de trasladar el mercado de hacienda, el gobierno puso en marcha un proyecto de ley a espaldas de los vecinos. En él se contempla la utilización de sus 34 hectáreas para un rentable negocio inmobiliario y gastronómico. Incluye la construcción de edificios de 22 metros de altura y la concesión por 30 años del casco histórico, donde se encuentra la recova y donde cada domingo funciona la Feria de Artesanías, declarados patrimonio histórico y cultural. Y, acá, otra aclaración: en dicha recova viven 23 familias, de las que el proyecto no habla y a las cuales ningún funcionario se acercó a fin de conocer su situación. La mayoría de nosotros (mi familia es una de las 23) cuarta generación que habita el lugar.


Todo esto perpetrado a nuestras espaldas. No es sorpresa que la única encuesta de opinión realizada en este tema, se haya llevado a cabo en el marco del campeonato del asado, a turistas y personas que no conocen el barrio o sus necesidades. ¿Usted está de acuerdo con que Mataderos sea polo gastronómico de la carne? Esa era la pregunta capciosa en la que yo misma, distraída, hubiera podido caer.


Algunos vecinos, desconociendo el proyecto completo, creen que negar esto es oponerse al cambio, al progreso. Pero, ¿de qué progreso hablamos? Además de que la lista de “cosas que nuestro barrio no tiene” que enumeré al comienzo, no se reduciría en absoluto, la distribución del nuevo polo gastronómico aislará a los comercios que actualmente funcionan. La isla de fantasía que construyan dentro del predio, tampoco será algo de lo que los vecinos puedan hacer uso, dado que se trata de cadenas de restaurantes con cubiertos inaccesibles. Pretenden hacernos creer que esto traerá empleo al barrio, lo mismo hicieron cuando instalaron la planta de Roemmers y ninguno de nosotros tuvo la "suerte" de emplearse allí. Cabe aclarar, que con este nuevo proyecto, también el laboratorio se vería (nueva y casualmente) beneficiado.


Por todo esto y muchas otras cosas es que la identidad y la estructura de nuestro barrio va a verse absolutamente modificada, cuando no desterrada, sin que el beneficio sea para quienes allí viven. Todo quedará en manos de algunos pocos y sucederá prácticamente sin que te enteres... ¿o acaso habías escuchado o leído algo de esto hasta el momento?

Participá, difundilo, charlalo, manifestate, que el barrio lo hacemos entre todxs.


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